Mirando a los ojos a mi sueño
Llovía, llovía mucho. Estaba en un lugar desconocido, con un idioma que no manejaba, comiendo comida que nunca había comido. Caminaba de noche entre calles angostas y autos pequeños. Gritos, música e incertidumbre. Hacia apenas una par de horas que había pisado esa tierra que tanto ansiaba, que tanto deseaba. Y saltando charcos que habían fabricado las gotas de lluvia, lo vi. Doblando en una esquina mire a los ojos al lugar que mas había soñado conocer. Una cuadra me separaba de sus paredes, de sus historias, de sus recuerdos, de cada una de las anécdotas que hubiera leído alguna vez en un libro de escuela. Era imponente, gigante. Empezó a llover de nuevo mientras me acercaba, pero nunca jamas sentí la sensación de no importarte nada mas que llegar. Pasos ansiosos, ligeros, me hacían llegar de prisa a verlo de cerca. Pase por una calle rodeada de autos de cuentos de barbie, y por debajo de un puente que escondía la vista mas hermosa del lugar. No voy a poder olvidar esa sensación aunque vuelva a visitarte un millón de veces. Nada me hará perder el recuerdo de doblar en aquella esquina y verte mirarme fijo, diciéndome llego el día, acá estoy esperando que vengas a conocerme.