Viajar con miedo

Estando a miles de kilómetros pude descubrir varias cosas: Una de ellas es que los miedos y los sueños vienen en el mismo envase, no importa tu idioma ni tu color de piel. Que la educación es el arma que logra unir a un alemán con un judío. Que los negros y los blancos en lo único que se diferencian es en que no deben matarse tomando sol en verano (y los envidio por eso). Viajar me ha permitido naturalizar ver parejas del índole que sea. Que si personas del mismo sexo, con un mono en la cabeza, o los pelos tricolor caminan por la calle siquiera miro al pasar, por que es algo natural. Muchos mienten al decir aceptar un montón de condiciones a las que luego se giran a mirar y reír. Aceptar es entender que aquello forma parte del mismo circulo que tú. Viajar te permite abrir puertas de tu cerebro que estaban con candado y guardar, con aquellos mismos candados, los prejuicios. Viajar me sigue permitiendo entender que somos un punto importante del mundo, pero no el único.