Puerta de emergencia
En su mano izquierda cargaba una bolsa completa de pasado sin sanar. En su cartera, junto a la billetera, un ramo de perseverancia. Un auto frenó puntual y la condujo hacía una noche sin prisas. El sol cayó ante sus ojos siendo testigo de un reencuentro fortuito. Los besos tardaron en llegar, pero al hacerlo hasta las estrellas del cielo iluminaron más. El viento por la ventana sopló intentando borrar las dudas. La oscuridad llegaba esforzándose por ocultarlo al miedo. El reloj se mareo de tanto girar, las manos entrelazadas, una canción nueva que sonaba y el humo de un cigarro eran testigos de lo que terminaba. No había razón alguna para correr y fue ese mismo motivo el que le hizo abrir la puerta de emergencia. Muchos huimos de lo que nos hace bien, como si no merecíamos una pausa, descanso de los golpes diarios del porvenir.