TROTAMUNDO
No hace frío acá, no corre viento. Las nubes son de color rosa y el piso es una arena color blanca, suave. Del mismo espesor de la harina con la que mi madre cocinaba pizzas. No tengo miedo, no hay huellas de otros seres, no escucho ruidos ni voces. No existe el tiempo. No puedo saber cuanto estaré esperando, quizás probablemente haya ya sanado todos mis disparos y permanezca eternamente en esta calma. O puede suceder, tal vez, que regrese a la tierra de los vivos. Donde existe la miseria y el descaro. Donde está la gente a la que amo y a la que probablemente no recuerde mañana. Ya no importa, el corazón tendrá memoria y al vernos fijo sabremos que alguna vez pasamos una tarde de primavera juntos. Empiezo a sentir mi piel, en forma de ecos escucho unas voces, un hombre me toma de la cabeza y me obliga a salir de un lugar oscuro lleno de agua. Me encandila una luz poco tenue, un golpe en mi cola rosada me hace estallar en llanto. Me ponen sobre el pecho de una mujer que me abraza mientras llora. Yo se que la amo, no se porque ni como, pero la amo. Bienvenidos otras vez al mundo de los humanos.